Diario de una no-carrera cualquiera . Un 3 y 4 de julio de 2010
Por fin y después de continuado esfuerzo, el pasado fin de semana del 3 y 4 de Julio conseguí una de mis ansiadas metas. Desde que conocí allá por enero por un amigo que se iba a celebrar el primer Gran Trail que recorría la práctica totalidad de la sierra de Madrid (y parte de Segovia), quise ser parte integrante en dicha dura prueba, que consistía en recorrer 110 km, a través de las estribaciones montañosas de nuestra no siempre conocida sierra, con 5.100 m de desnivel positivo y otros 5.000 negativos.
Lo más duro fue sacar tiempo de donde no lo hay, y nunca agradeceré lo suficiente a mi entorno cercano por apoyarme y compartir su tiempo con los preparativos: a diesel por entrenar conmigo y ayudarme a mejorar, a RDB y especialmente a Alberto por su motivación en las carreras y crear esos lazos entre todos vía email o telefónica, y sobre todo a mi pareja, Mónica, por aguantarme cuando llegaba cansado y falto de energía para la conversación o el tiempo de ocio, por implicarse conmigo en mis planes y ser capaz de perdonar que el día de su cumpleaños iba a estar corriendo, en lugar de compartir el tiempo con ella y por todos los madrugones de esos fines de semana que le apetecía estar media horita más en la cama. Gracias chiquitina!!!.
También agradecer a los compañeros que ya conocía o que conocí en el camino y que por alguna otra razón no pudieron conseguirlo, a Paco Martín por una lesión, a Mario Carreras que acabó en el km 74 con unas ampollas tremendas en los pies, a Quini con el que no pudimos compartir toda la carrera juntos (el subía y yo bajaba más rápido) y que al final no pudo acabar por el mismo problema que Mario con las ampollas de los pies, (se le mojaron los calcetines con la tormenta del principio de la carrera y los que llevaba de repuesto en la mochila también se le mojaron). Por fuerza y capacidad no fue el motivo, ambos tienen la capacidad de resistencia y aguante muy por encima de la gente que he conocido.
Comenzamos levantándonos el sábado a las 5 a.m. Durmiendo lo que podemos, con los nervios previos, a las 8.00 estamos saliendo de Navacerrada después de pasar el control de salida, la única grasa que ves en los corredores es la de la crema protectora para el sol, todos dan miedo, son todos autentica fibra, me preguntaba si yo me vería igual que ellos, mientras me despedía de mi chiquitina.
La mañana amanecía gris: buen presagio, no pasaremos tanto calor.
Atravesamos con ritmo dispar la barranca y a las 9:40 alcanzamos la cima de La Maliciosa, y poco antes a toda prisa nos ponemos los chubasqueros Quini y yo. Lluvia y niebla daban más carácter a esa primera subida que afortunadamente estaba muy bien balizada (Chapeau a los Peñalaras). Bajamos triscando hasta Cantocochinos en mitad de una lluvia ya espesa, donde nos encontramos a Cris y a un amigo en el avituallamiento, eran casi las 11.00 a.m. llevamos ganas y buen ritmo, y ya sin lluvia antes de las 12.00 alcanzamos el Collado de la Dehesilla pasando antes por el refugio de Giner de los Ríos. A las 13.15 dejamos atrás La Pedriza, con unas zonas por las que nunca había pasado antes, para llegar al hueco de San Blas, donde me encuentro a Yolanda toda sonriente en un control de paso (el ánimo sube cuando te encuentras gente a la que aprecias y en estas pruebas el ánimo lo es todo).
Aquí ya nos vamos pensando cuando correr y cuando andar, el cuerpo que es sabio decide por si solo aprovechar la tendencia a correr en las bajadas y en algún llano (por tramos cortos de 400 m.), alternando andando el resto y no os digo nada en las subidas, me acordé mucho de diesel por dejarme ese par de bastones telescópicos y ultraligeros, la fuerza se reparte muy bien entre brazos y piernas, pese a eso Quini y yo empezamos a ir a ritmos diferentes, y a partir de ese punto sólo coincidimos en los avituallamientos.
La subida al puerto de la Morcuera preciosa entre pinares y alcanzamos el control con tiempo suficiente (los tiempos del comienzo están calculados para un ritmo muy rápido, por lo que sería imposible hacerla andando, dejan poco tiempo al principio y van dando mas margen al final, cuando el cuerpo está mas cansado). Paramos apenas 2 ó 3 minutos para picar algo, llenar el camel con agua y una botella de ½ litro de Acuarius y salir corriendo, pese a ser bajada el llegar a Rascafría se me hace largo, y el pasar con el calor junto a las piscinas una tentación (el sol iba apretando en este tramo). Dejamos atrás el Paular, Rascafría y subimos al puerto del Reventón (ya os imagináis porque se llama así), por un sendero de robles y luego unas zetas hasta ganar altura, atrás dejamos unas vistas magnificas del monasterio y todo el recorrido que habíamos hecho, me acordaba de cuando subíamos un puerto en bici y comentábamos “que pasada, hemos hecho todo ese camino”. Arriba en el puerto una inmensa tienda del control que contrasta con el paisaje pelado circundante, en esa parte menos mal que estaba bien balizada pues tuve que tirar de GPS cuando la hice la semana anterior, ni rastro de algo que pudiéramos llamar sendero, me llaman muchísimo la atención las trincheras de la guerra y pensé “buen sitio para vivaquear”.
Alcanzam
os los Neveros y La Laguna de los Pájaros y subimos hacia el Peñalara. Aquí alguien intentó evitarse la crestería y todos comentamos que mal sitio por donde pasar, al tener que saltar de un bloque de piedra a otro, Quini se pone a escuchar el partido en una piedra sentado (poco después me comentaría que tenía los pies destrozados por la humedad de la tormenta de primera hora del día y con unas ampollas terribles). Alcanzo el control del Peñalara, pero no puedo parar mucho a esperarle, arriba hacia frío y no llevaba apenas ropa de abrigo (solo pantalón y camiseta cortos), es todavía de día son poco mas de las 9 de la noche y desciendo rápido hacia la granja en un camino muy abrupto (mi especialidad, ya sabéis), adelantando a gente. Al alcanzar el refugio nos comunican otra buena noticia: Gol de España, posibilidad de clasificarnos. Por estos senderos damos el único brujulazo: al seguir las luces rojas de otros participantes al cruzar un puente, ya de noche, bajamos por una pista que va a Valsain en lugar de subir por el camino que iba de frente y nos corrige el guarda forestal que pasaba con su Land Rover y nos ayuda a retomar el camino correcto: Gracias desde aquí.Llegamos a la Granja y todo el mundo de fiesta, y nuestra mente ocupada en el recorrido, parecíamos marcianos, todo el mundo de domingo o con las copas en la mano animando, aprovecho para recuperar fuerzas en el avituallamiento, son poco antes de las 12:00 de la noche y me despido de Luz que me pregunta por Quini, le llama por teléfono y le espera, no sabíamos la mala jugada de sus pies todavía.
El camino hacia Valsain entre pinares pasa por una disco con la música atronadora, poco a poco vamos dejando atrás la civilización para adentrarnos en el bosque, y las horas zombies, esas en las que el cerebro te dice que tienes que estar despierto y tú sigues andando, no tardan en aparecer, el tiempo se enlentece y parece que no avanzas, la mente te juega una mala pasada, pero como ya lo esperaba, me acompaño de mis auriculares y musiquita en el móvil y el tiempo pasa de una forma más amena. Me acuerdo de los comentarios de un grupo de runners a mi lado “¡Cómo! ¿Qué sólo hemos andado 7 km desde la Granja en éstas casi 2 horas? ”. Al pasar por La Boca del Asno y luego por La Cabaña de la Pesca, ya digo, el tiempo pasa muy despaciooo. El camino que va junto al rÍo se intuye precioso pero por la noche no se disfruta tanto.
La subida al puerto de la Fuenfría por una fuerte pendiente no me la esperaba, vuelvo a sacar todo el jugo a los bastones de Diesel en esa subida, el camino Smicht se me hace casi interminable y adelanto a algún participante bastante más perjudicado que yo poco antes de alcanzar el puerto. Bajamos al refugio del Peñalara y me digo ya está, pero no, todavía quedaba remontar casi hasta bola por el camino que sube desde la parte de arriba del puerto y que poco a poco se va distanciando de la carretera y ganando altura, hasta que por fin bajamos a capón, otro de mis esporádicos acompañantes, que acababa de hacer los 100 km de Ronda unos meses, me dice en la fuerte bajada: “¿pero es que aquí no hay nada llano? ” , aprovecho para trotar lo que me dejan la piernas y ya por fin alcanzamos el embalse y la pista de la barranca, los runners me adelantan en la última pista antes de alcanzar el pueblo, me trago la dignidad y el espíritu competitivo porque las piernas ya no acompañan y por fin llego al pueblo con las primeras luces del día, ahora si que estaba hecho, allí me espera mi chiquitina que había dormido poco más que yo (no hace falta que os diga que atravesar el pueblo se hace interminable hasta cruzar la meta del polideportivo, el cansancio y la alegría a partes iguales, por fin lo había conseguido y bajando de 23 horas, recibo mi bien merecida medalla y pasamos a boxes, donde después de una ducha me da
n un masaje y me dice la masajista que no tengo tan cargada la musculatura ¿SERÁ POSIBLE?.Bueno esta crónica que sea, como digo a todos que de una forma u otra me habéis apoyado o acompañado, y en esa ayuda incluyo: motivar, aconsejar, estar ahí d
e una forma u otra en mis diferentes etapas
